lunes, 4 de agosto de 2008

ORGULLO SATÁNICO

¡La cometa vuelve de nuevo y con mas fuerza! La verdad miento, tengo ganas de escribir, pero nada pasa por mi mente, necesito tal vez unas vacaciones espirituales pues el futuro se torna turbio.

Estoy en los momentos mas desalentadores en cuanto a vida, no tengo un sueldo fijo, tengo presión por mil lados y en el área que me encuentro laborando en la unidad, no me agrada nada, ni mis jefes, ni mis subalternos ni nada, y sobre todo el enfrentarme diariamente al drama de los familiares de un fallecido, que van a reclamar el cuerpo para velarlo y siendo mi labor solicitar hacer el estudio de autopsia a toda costa (a pesar de las lagrimas, enojos, insultos, ruegos casi de rodillas de la gente), para que se lo puedan llevar después.

He observado en estos meses algo interesante, pues normalmente como habitantes de este pais (mexicanos), creemos ciegamente que nos reimos de la muerte, que jugamos con la muerte, y ¡bah! nada mas falso, pues lo atestiguo diariamente (el cadaver es un templo sagrado, intocable, impasible, casi vivo a pesar de su inmovilidad, al cual se le viste con las mejores ropas, y se coloca en hermosos ataudes tallados en maderas preciosas muy apesar de la pobreza de la gente).

Observando a aquellos pequeños dolientes, me he fijado en algo, mas que reirse de la muerte, el mexicano LE TEME A LA VIDA, pues solemos huir ante las decisiones, dejamos las cosas a medias, nos perdemos en el relajo y evadimos constantemente la sana tensión espiritual necesaria para progresar como personas. Siempre procastinando, siempre sintiéndose inferior, el habitante de este país recorre las largas llanuras ardientes, las selvas y las playas sin rumbo fijo y confundiéndose con la naturaleza.

A veces debo confensar que me invade un "orgullo satánico", que me hace odiar todas las cosas, pensar sin rumbo, ser como una cometa sin motor, erratico, firme en convicciones, mas no llevando a cabo las mismas. Orgullo satánico, soberbia, sabihondez entran como ladrones a mi cabeza, y a veces no puedo expulsarlos de ella. Esto, tal vez se deba al temor a enfrentarme a mi mismo y a mi realidad, y a la postergación de las decisiones que cambien mi rumbo futuro. Actuando como tal, con temor a la vida, y el deseo del fin de la vida (aunque no asi literalmente)